8 De Mayo de 2024
Nuestra Señora de Luján
Los Milagros de
su Imagen en Argentina
(1630)
Corría
el mes de mayo de 1630, cuando la milagrosa imagen de la Virgen de
Luján, llegó a la Argentina.
Antonio Farías Sáa, era un
hacendado radicado en Sumampa (Santiago del Estero) que quería
colocar en su estancia, una capilla para la Virgen. Este hombre, le
pidió a un amigo que vivía en Brasil, que le enviara una imagen que
representara la Inmaculada Concepción de María.
El amigo le
envió dos, la que le había encargado y otra de la Virgen con el
Niño Jesús. Cuando llegaron, fueron colocadas en una carreta, y
partieron en una caravana, rumbo a Sumampa.
La caravana se
detuvo a orillas del río Luján, a 67 kilómetros de Buenos Aires,
en una hacienda, conocida como la estancia de Rosendo. Al llegar el
otro día, los carreteros iban a proseguir con el viaje, pero la
carreta que llevaba la imagen no se movía; intentaron de todas las
formas posibles que caminara, bajaron la mercadería, colocaron más
bueyes, pero todo fue inútil, mientras las dos imágenes estaban en
el fondo de la carreta, en dos pequeños cajones.
Los
carreteros retiraron una imagen y no se movió, la subieron y bajaron
la otra, y la carreta marchó normalmente. En ese instante, los
hombres comprendieron que estaba ocurriendo algo milagroso. Al ver
que la Virgen no quería marcharse, se dirigieron a la casa más
cercana, la de don Rosendo.
La familia se emocionó al ver la
imagen, y la colocaron en su casa, mientras la noticia corrió por
toda la región, y se enteraron hasta en Buenos Aires. Las personas
empezaron a viajar al lugar, entonces don Rosendo, construyó una
pequeña capilla, entre los pajonales de la pampa, en este lugar
permaneció la virgencita desde 1630 hasta 1674.
El Negro
Manuel:
Este hombre dedicó toda su vida, desde que llegó
a la Argentina, a cuidar a la Virgen de Luján. Fue traído de
África, y vendido como esclavo en Brasil.
Llegó al Río de
la Plata, a los 20 años de edad, en la embarcación en donde venia
la bendita imagen, y presenció el milagro en la estancia de don
Rosendo.
Se desconoce quien era su dueño, pero Manuel
permaneció en la estancia al cuidado de la imagen, consagrando su
vida, a la atención de la Santísima Virgen.
La tradición
nos dice que Manuel, realizaba curas milagrosas, con el sebo de las
velas de la capilla, y relataba a los peregrinos los viajes de la
Santa Virgen, que salía de noche para dar consuelo a los afligidos.
Manuel guardaba de los viajes de la Señora, los abrojos se
desprendían del vestido de la Virgen. Con los años, don Rosendo
falleció, y el lugar quedo casi abandonado, pero éste hombre fue
siempre fiel, y continuó al servicio de la Virgen.
Doña
Ana Mattos:
Doña Ana Mattos, viuda de Siqueyras, era una
señora que tenia gran cantidad de tierras a orillas del río Luján,
ella quería llevar la imagen a su casa, y realizarle una capilla,
para ello en el año 1674, habló con el Cura Juan de Oramas,
administrador de los bienes de don Rosendo, y la colocó en su casa,
pero la Santa Virgen desapareció y la encontraron en su antigua
ermita (capilla), doña Ana volvió a llevar la imagen a su casa, y
por segunda vez regresó a la estancia de don Rosendo.
La dama
consultó entonces a las autoridades eclesiásticas y civiles,
quienes viajaron al lugar, y examinaron lo sucedido, esta vez la
Virgen fue trasladada en una devota peregrinación, y en compañía
de Manuel. Desde ese momento, la imagen no retornó más a su antigua
capilla.
Luego de confirmar la veracidad de lo sucedido, la
Autoridad Eclesiástica, autorizó oficialmente el culto público a
la "Pura y Limpia Concepción del Río Luján". Doña Ana,
donó el terreno para la realización del nuevo templo, en el año
1677, lugar en donde actualmente se encuentra la hermosa Basílica de
Luján.
Don Pedro de Montalbo:
El clérigo don
Pedro de Montalbo estaba muy enfermo y desahuciado, en 1684 viajó a
Luján, y casi moribundo fue llevado a la capilla. El Negro Manuel,
le ungió el pecho con el sebo de la lámpara que ardía en el altar,
y le dio de beber una infusión, con abrojos de los que solía
desprenderse del vestido de la Virgen. Don Pedro sano milagrosamente,
y agradecido, se quedo como primer capellán.
El pueblo de
Luján:
El lugar empezó a poblarse con los devotos de la
Virgen. De esta forma, el paraje se convirtió en una aldea, que se
llamó Pueblo de Nuestra Sra. de Luján, y en 1755 se le otorgó el
título de Villa.
La devoción por la Virgen fue creciendo año
tras año, así como los milagros que ocurrían, y el 23 de octubre
de 1730, Luján era instituida Parroquia. El cura párroco don José
de Andújar, deseaba ampliar el templo, y junto al Obispo Fray Juan
de Arregui, iniciaron la construcción, pero esta no llegó a buen
termino, porque después de grandes contratiempos terminó por
desplomarse.
Don Juan de Lezica y Torrezuri:
Este
hombre nacido en Vizcaya, España, estaba muy enfermo, y fue curado
milagrosamente por la Santísima Virgen de Luján. Don Juan, en
agradecimiento, se entregó por completo a la creación del nuevo
templo, y a fines de 1754, se inició la construcción; en 1763 se
terminó felizmente la obra, y los cabildantes de Luján, eligieron y
juraron a Nuestra Señora, por celestial Reina y Patrona.
El
Padre Salvaire:
Hacia el año 1872, el Arzobispo de Buenos
Aires, Monseñor Federico Aneiros, entregó la custodia del templo, a
los sacerdotes de la congregación de la Misión, conocidos como
Padres Lazaristas.
En aquel entonces, el teniente Cura Jorge
María Salvaire, fue herido en un viaje por los indios, y estuvo al
borde de la muerte; en ese momento realizó una promesa a la
Santísima Virgen y milagrosamente fue sanado.
La promesa del
Padre Salvaire fue, "Publicaré tus milagros..., engrandeceré
tu Iglesia". En cumplimiento de este voto, publicó en 1885 la
"Historia de Nuestra Sra. de Luján".
En 1889, fue
nombrado Cura Párroco de Luján, y dedicó su vida y esfuerzos, para
edificar la gran Basílica, con el apoyo de Monseñor Aneiros, y la
colaboración de sus compañeros de Congregación, inició la
construcción de la actual Basílica Nacional.
Cuando falleció
en 1899, la obra continuó en las manos del Padre Dávani, quien
murió en 1922, para ese entonces, el Santuario ya estaba terminado
en su estructura fundamental.
La Solemne Coronación de la
Virgen de Luján:
EL Padre Salvaire, en 1886, presentó al
Papa León XIII, la petición del Episcopado y de los fieles del Río
de la Plata, para la coronación de la Virgen, el Pontífice bendijo
la corona, y le otorgó Oficio y Misa propios para su festividad, que
quedó establecida en el sábado anterior al IV domingo después de
Pascua. La Coronación se realizó en mayo de 1887.
La
Basílica de Luján:
El Santuario de Luján es de estilo
gótico ojival del siglo XIII. Sus dimensiones son: anchura en el
crucero, 68,50 m.; longitud, 104 metros; anchura de frente, 42 m.;
altura en las dos torres mayores, 106 m. El 8 de diciembre de 1930,
el Papa Pío XII, le otorgó oficialmente el título de Basílica.
La
Imagen de la Virgen de Luján:
La imagen es pequeña (38
centímetros), está modelada en arcilla cocida (terracota), su
rostro es ovalado, de color moreno. Los pies de la Santa Imagen se
apoyan sobre nubes, desde las cuales surge una media luna, y cuatro
cabezas de querubines, con sus pequeñas alas desplegadas.
Esta
cubierta con vestiduras: túnica blanca y manto azul-celeste. Tiene
las manos juntas en el pecho.
El Padre Salvaire hizo recubrir
la Santa imagen, con una coraza de plata para impedir su deterioro.
Antes de esta operación, se sacaron moldes que permitieron su
reproducción auténtica.
En 1887, el Padre colocó la Imagen
sobre una base de Bronce, le adosó la rayera gótica con la
inscripción: "Es la Virgen de Luján, la primera Fundadora
de esta Villa" y una aureola de doce estrellas. Ornamentada
en esta forma, fue coronada con la corona Imperial, bendecida por
León XIII.
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