sábado, 18 de mayo de 2024

 18 De Mayo de 2024

Beata Guadalupe Ortiz Landázuri
(1916 – 1975)

Brillante química industrial y profesora, y Apóstol entre todas las clases sociales en España y México


Guadalupe Ortiz de Landázuri Fernández de Heredia (Madrid, 12 de diciembre de 1916 - Pamplona, 16 de julio de 1975) fue doctora en Ciencias Químicas, catedrática española de maestría Industrial, investigadora en el ámbito de la química aplicada, -tanto en la búsqueda de materiales refractarios aislantes, para disminuir el consumo de energía, como en el sector de los textiles-. Ha sido proclamada venerable por la Iglesia católica.

Fue una de las primeras mujeres, que siguieron a San Josemaría Escrivá de Balaguer, en su empeño, por difundir la llamada universal a la santidad a través del Opus Dei. El texto del decreto promulgado, por la Congregación de las Causas de los Santos, recoge cómo Guadalupe vivió en grado heroico las virtudes, y “se entregó por entero y con alegría, a Dios y al servicio de su Iglesia, y experimentó intensamente el amor divino” (Decreto sobre las virtudes heroicas de Guadalupe Ortiz de Landázuri).

Guadalupe se caracterizó desde sus primeros años, por su sólido carácter y su valentía. Era la pequeña de cuatro hermanos, uno de los cuales, falleció poco antes de que ella naciera. Comenzó el bachillerato en el Colegio Nuestra Señora del Pilar, que dirigían los marianistas en la ciudad de Tetuán, donde su padre había sido destinado, como oficial del ejército.

En el curso que le correspondió, era la única mujer y destacó por su audacia, y sus buenas calificaciones académicas. Terminó el bachillerato en Madrid en el año 1933, y en octubre de ese mismo año, se matriculó en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Central. Entre los sesenta alumnos de primer curso, sólo había cinco mujeres.

En los primeros días de la Guerra Civil, en julio de 1936, su padre fue detenido, y condenado a muerte dos meses después, tras un proceso sumario. Guadalupe permaneció al lado de su padre, con su madre y su hermano Eduardo, confortándole en las horas previas a la ejecución.

Pese al enorme dolor por la pérdida, y al hecho de tener que huir de Madrid con su madre, no conservó nunca rencor, hacia los autores de la muerte de su padre. Incluso años más tarde, al establecer su residencia en México, mantendría relación con diferentes personas, procedentes del bando republicano, que se habían tenido que exiliar en ese país, al finalizar la Guerra Civil española.

En 1939, tras el fin de la guerra, Guadalupe regresó a la capital de España, donde completó su licenciatura en Química, y comenzó a dar clase en varios colegios. Fue entonces, cuando conoció al fundador del Opus Dei, y entendió que Dios la llamaba a formar parte, con una disponibilidad total, y viviendo el celibato apostólico, de esta nueva institución nacida en el seno de la Iglesia católica.

Corría el año 1944, y Guadalupe tenía 27 años. Desde aquel momento, se dedicó a buscar la santidad personal, a través de su trabajo, y de su quehacer diario, además de ayudar a otras personas, a hacer lo mismo. Su alegría era contagiosa, y patente su fortaleza, para afrontar positivamente cualquier dificultad. Destacaba también por su optimismo, y su generosidad con los demás.

En 1950, el fundador del Opus Dei, le planteó la posibilidad de ir a México. De inmediato respondió positivamente, y se trasladó con ilusión a ese país. Allí puso en marcha, las actividades formativas del Opus Dei, con todo tipo de personas.

Entre sus primeros proyectos, estuvo una residencia para estudiantes universitarias, en la calle Copenhague, de la capital mexicana. Guadalupe se ocupó también de manera especial, de la formación de las mujeres campesinas, y de impulsar un proyecto de enseñanza: la escuela rural Montefalco, donde estas personas aprendían a leer y a escribir, así como algunos oficios manuales.

En 1956, dejó México para colaborar con San Josemaría, en la dirección del Opus Dei en Roma. Sin embargo, al cabo de unos meses, una estenosis mitral en el corazón, la llevó a tener que abandonar Roma, y regresar a Madrid para recibir tratamiento médico.

A partir de entonces, permanecería ya en esa ciudad. Completó sus estudios de doctorado en Química, y se incorporó al Instituto Ramiro de Maeztu, como profesora, y posteriormente, como catedrática en la Escuela femenina de Maestría Industrial de la capital. En esa etapa, se hizo cargo además del cuidado de su madre, a la vez que dirigía uno de los centros del Opus Dei, y seguía con una intensa actividad profesional.

A pesar de su delicada salud, no disminuyó su ritmo de trabajo, ni dejó de dedicarse con entusiasmo al apostolado, con gente de todas las edades. También en esos años, colaboró en la puesta en marcha, del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Domésticas (CEICID), donde impartió clases de Química de Textiles.


En 1975, la enfermedad de corazón, que había ido deteriorando su salud, la obligó a someterse, a una nueva intervención quirúrgica en Pamplona. Pese al éxito inicial de la operación, una insuficiencia respiratoria posterior, agravó su estado de salud, y falleció el 16 de julio del mismo año. El pasado 5 de octubre, sus restos fueron trasladados desde Pamplona, al Oratorio del Caballero de Gracia de Madrid.

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