lunes, 6 de mayo de 2024

 6 De Mayo de 2024

Beato Jacinto Vera
Obispo Uruguayo
(1813 - 1881)


Fue el organizador de la naciente Iglesia en Uruguay. Tuvo que exiliarse en Buenos Aires, por su férrea defensa de la jurisdicción eclesiástica, frente al poder político uruguayo.

Jacinto Vera nació el 3 de julio de 1813, frente al Océano Atlántico, en el barco que transportaba a su familia, desde las Islas Canarias hasta República Oriental del Uruguay.

Tras más de dos años de deambular, la familia se instaló en el pueblo de Abra del Mallorquín, dedicándose a las labores agrícolas. En 1826 se trasladó a la zona de Toledo, donde compró una casa, con los terrenos aledaños para cultivar.

Educado cristianamente por su madre, y por los padres franciscanos, en 1832, siguiendo un curso de ejercicios espirituales, se sintió llamado al sacerdocio. Por falta de medios materiales, sólo pudo cumplir con esta vocación en 1837, cuando realizó sus estudios teológicos, en el colegio de los Padres Jesuitas de Buenos Aires, donde fue ordenado sacerdote en 1841.

Después de regresar a su tierra natal, de 1842 a 1859, fue destinado a la parroquia de Canelones, donde ocupó el cargo, primero de vicepárroco y luego de párroco, ejerciendo un intenso ministerio que le fue encomendado, con el objetivo de llegar a toda la población del vasto territorio. En esta localidad, también fue elegido miembro del Consejo Económico y Administrativo del Departamento.

En 1859, fue nombrado Vicario Apostólico, y se trasladó a Montevideo. Aquí se comprometió con la formación del clero, y la atención pastoral, para lo cual emprendió grandes viajes misioneros, interviniendo también para resolver situaciones conflictivas, como la defensa de la jurisdicción eclesiástica, frente al gobierno. Por esta postura, estuvo exiliado desde octubre de 1862, hasta agosto de 1863, período que pasó en Buenos Aires.

Dos años después de su regreso a Uruguay, fue elegido obispo titular de Megara, y consagrado el 16 de julio de 1865, retomando plenamente su actividad pastoral. En 1867, emprendió un viaje a Europa en busca de misioneros para Uruguay, y para participar en las festividades, por el XIX centenario del martirio de San Pedro. De octubre de 1869 a diciembre de 1870, participó en el Concilio Vaticano I, y peregrinó a Tierra Santa.

El 25 de enero de 1871 regresó a Montevideo, donde hizo todo lo posible, por poner fin a la guerra civil. La consecución de la paz, le permitió dar un nuevo impulso a su actividad misionera, fortalecida por la llegada de los jesuitas, y del primer grupo de salesianos, enviado por San Juan Bosco a petición suya. El 4 de junio de 1875, consagró el país al Sagrado Corazón de Jesús.

Erigida la diócesis de Montevideo, el 13 de julio de 1878, fue nombrado su primer obispo. A finales de diciembre del mismo año, bendijo la primera piedra del seminario conciliar, de la capital uruguaya.

A pesar de su edad, y de algunos problemas de salud, continuó su actividad apostólica, visitando incansablemente todos los lugares de misión. El 28 de abril de 1881 partió a su última misión, con destino Pan de Azúcar.

El incómodo viaje, se hizo más difícil, por una continua y espesa lluvia, circunstancia que minó definitivamente su ya débil salud. En la tarde del 5 de mayo, sus condiciones empeoraron, y recibió los últimos sacramentos con plena conciencia.

Murió en Pan de Azúcar (Uruguay) el 6 de mayo de 1881.

Fuente: https://www.causesanti.va


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