jueves, 23 de mayo de 2024

 23 De Mayo de 2024

San Crispín de Viterbo
(1668 – 1750)

Su alegría y optimismo eran el corazón del convento capuchino en el que vivía


Se llamaba Pedro y era zapatero remendón, un oficio hoy en desuso, por arte y parte de la sociedad de consumo.

Al entrar en el noviciado de los Capuchinos, cambió su nombre por el del patrón de los zapateros: San Crispín. Su carisma más original es el de la sonrisa y el canto.

Como no tenía muchas letras, sus superiores lo colocaron en la cocina, la huerta y la portería; nada de sacristías, ni mucho menos de bibliotecas: tan solo en los más humildes encargos de su convento, pero eso sí, cantando y riendo.

Era tan de buen carácter, que a algunos de sus hermanos, les parecía poco monástico; su palabra discreta y oportuna, su sonrisa siempre amable, y su alegría suavemente desbordante, hicieron del buen Crispín, un consejero exigente en la entrega, y comprometedor en la más rigurosa observancia de la vida interior, y el servicio al prójimo: "Fortiter in re, suaviter in modo".

O sea, tan serios por dentro para lo sustancial, como alegres por fuera para lo accidental.


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